"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" (Santiago1:2-4).
Santiago comienza su carta con una de las introducciones más sorprendentes de las Escrituras: "Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas" Uno se pregunta: Quiso decir realmente "gozo"? No se estaba entusiasmando un poco más de la cuenta? Pero si lees el resto de su carta, te darás cuenta de que decididamente, Santigo no era ninguno de esos personajes emocionalistas. Como un sargento de campo probado en batalla, él va al grano. Y dice exactamente lo que quiso decir.
La "prueba de vuestra fe" de la que escribe no es más que otra forma de hablar de la poda. Y hoy quiero que medites qué puede haber de gozoso en un proceso tan incómodo. Recuerda que Santiago les escribió a cristianos que habían sido fuertemente perseguidos y ahora estaban esparcidos por todo el imperio romano. Dios estaba permitiendo que los llevaran hasta el límite mismo de su resistencia...y un poco más allá.
Has estado alguna vez allí, en medio de unas pruebas tan intensas que parecen cruzar la frontera de lo que es justo, o incluso de lo que se puede sobrevivir? En esos momentos, es posible que sientas que Dios te ha abandonado, o que si es Él quien tiene el control de todo, entonces ¡te está empujando demasiado tiempo y demasiado lejos! Sin embargo, lo que sucede es algo extraordinario: El martillo le está dando forma a tu carácter y a tu entrega espiritual. Cuando llegues al final de tus fuerzas, te encontrarás en el principio de las fuerzas de Dios. Si dejas que Él obre, entonces tu fe crecerá de la manera que nunca creías posible. Entre los cristianos del siglo primero, las pruebas convertían el mineral en bruto de sus nuevas creencias en el acero de una fe inconmovible. y ¡DIOS los usó para cambiar el mundo!
A veces DIOS nos empuja hacia el otro lado de la línea. Él permite que las circunstancias nos llevan más allá de lo que podemos manejar, para enseñarnos lo que Él sí puede manejar por medio de nosotros. Y nuestra fe crece de manera drástica. Experimentarás un inmenso alivio al darte cuenta de que Dios no te está castigando por medio de las pruebas, ni tampoco abandonándote, ni siquiera disciplinándote. Un día recordarás esta prueba de fe, y verás los maravillosos cambios que produjo en tí la gracia de Dios. NO quiero decir que quieras pasar de nuevo por esa prueba, sino que... ¡lo que has ganado, no lo cambiarías por nada!
Oremos: Señor, vengo delante de tí porque se acabaron mis fuerzas y necesito las tuyas para cruzar la línea y pasar esta prueba de la que no tengo control, solo tú, mi Dios. Dame el coraje y la valentía para soportarla y la fe suficiente para enfrentarla. Se que me amas y que no me dejarás ni me abandonarás. Te pido tu gracia y favor mientras cruzo la línea y me das la victoria, en el nombre de Jesús. Amén.
Publicado por: Olinka Córdoba
Ref Bibliográfica: Wilkinson, Bruce. "Secretos de la Vid", Pág.72-74
Amen,ayúdame a cruzar la línea agarrada de tu mano de poder, amen Dios.
ResponderBorrarAmén, te aseguro que Dios no te soltará de su mano de amor y de justicia. No temas, cruzarás la línea agarrada de Él. No lo sueltes!
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